La armonía de la Naturaleza en todas sus manifestaciones, con presencia y estructuras perfectas, establecidas en diversos ámbitos de vida y supervivencia con afinidades y respeto, simbiosis en similitudes materiales, ambientales o de vivencias compartidas entre seres vivos con roles que estimulan la valoración conjunta de la belleza Natural.
Fue la preparación primigenia de un caballo chúcaro, guiado para ser útil con calidad a las personas. En condiciones equitativas de enseñanza-aprendizaje entre los dos. Empezó con los caracteres reales de humano-animal, con las fortalezas y debilidades propias: el hombre con conocimiento y experiencia. El caballo con vivencias de libertad sin limitaciones. El primero con paciencia y conocimiento, el animal con rebeldía y fuerza.
El profesor captando sabiamente el carácter del pupilo, transmitiendo comprensión y paciencia. El alumno demostrando temor y energía, el primero tratando de acercarse a la sensibilidad y el segundo saltando con cabriolas de inseguridad. Era un bello cuadro dinámico del acercamiento simbiótico para formar un todo armonioso y significativo.
En etapas sabias, graduadas y delicadas, pacientes y afectuosas se logró la confianza del aprendiz con mensajes suaves y acciones de seguridad cariñosas, que hicieron cambiar la actitud del inteligente animal a una comprensión atenta, entrega respetuosa y sencilla en comprensión y aceptación de la orientación recibida.
En un tiempo relativamente no tan largo ni tedioso, se vio surgir mágicamente la presencia de la imagen simbiótica de jinete y caballo, en tranquila y bella armonía artística de un caminar elegante e imponente, en dúo inolvidable de caballo y caballero.
Se había alcanzado esta armonía con factores indudables de conocimiento, sensibilidad y valoración del maestro, con inteligente aprendizaje aceptación y entrega del estudiante. Creando así la imagen real y única de los míticos centauros.
Gitana del Viento
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