Entre las obligaciones elementales de preocupación y manejo adecuado de la única vida que tenemos, es trascendente el conocimiento de nuestra naturaleza material y por tanto del cuidado, mantenimiento correcto y bien dirigido del organismo que nos sustenta.
Por ello: informarse, aprender y aplicar lo que se va descubriendo a través del estudio y la experiencia, constituyen por sí mismas herramientas útiles para lograr el objetivo de un funcionamiento apropiado y rendidor de nuestra existencia por ser temporal, requiere mayor atención y responsabilidad.
Un nutriente esencial y de importancia primaria para el ser vivo en general y desde luego, para el ser humano en particular; es el agua: líquido transparente, incoloro, inodoro e insípido, ocupa un gran espacio en el planeta tierra, está en los mares, ríos y lagunas, en su carácter de agua dulce es fuente de vida para todos nosotros.
Lamentablemente se está descuidando el agua; su preservación y cuidado, con la contaminación y desperdicio cotidiano, sin concienciar que con el tiempo deberemos pagar por cada mililitro de ella. Sin temor a equivocarnos se peleará tanto o más por el agua, que por el petróleo actualmente.
Me refiero al agua que cotidianamente utilizamos cuya falta en nuestro cuerpo, produce rápida deshidratación, (se evidencia en la sequedad de la piel y la duración de pliegues cuando se la ajusta entre índice y pulgar), puede conducir a la muerte. En el adulto ocupa el 60% del peso corporal y en el recién nacido el 75% (llega al 60% en los cuatro primeros meses de vida).
Se debe puntualizar: en el cuerpo humano el agua, constituye más de la mitad de su masa corporal y dentro de cada uno de nosotros es factor predominante en el desarrollo de las múltiples funciones de los órganos internos. Encontramos agua por doquiera que observemos nuestro organismo: en el líquido dentro de cada célula, en el líquido intersticial o linfa y en la parte líquida de la sangre o plasma. Las funciones valiosas que desempeña el agua en el cuerpo involucran todas las reacciones del metabolismo que mantienen la vida y que se anotan así:
Transporta sustancias desde las células y hacia las células, motivando la nutrición y mantenimiento de ellas.
Constituye el líquido básico tanto dentro de la célula, citoplasma; así como la linfa y el plasma.
Mantiene el equilibrio hídrico en el organismo y la temperatura corporal.
Es indispensable para que se realicen las reacciones que mantienen la vida.
Es necesaria para secreciones y para todas las excreciones.
Desde luego, el agua circula dentro del cuerpo como solución de azúcares, proteínas y otras sustancias, es el medio idóneo para reacciones fisiológicas específicas, trayendo: oxígeno, nutrientes, hormonas, recogiendo anhídrido carbónico y desechos metabólicos.
A parte del agua que se ingiere diariamente en las diferentes bebidas y con los alimentos que también aportan este líquido; como resultado de las reacciones metabólicas, también se genera una pequeña cantidad de agua en nuestro cuerpo. La ingestión promedio de casi tres litros diarios, compensa las pérdidas que se generan por la transpiración normal, heces y orina. La temperatura normal del ser humano está entre 36.2 y 37.8 grados Celsius cuando se realizan todos los procesos metabólicos; si sube la temperatura corporal, el cuerpo empieza a sudar y la transpiración (evaporación del agua de la piel) trata de equilibrar la temperatura corporal y si se enfría la acción muscular genera calor mediante el tiritar. La deshidratación del cuerpo tiene relación directa con la transpiración, si esta no llega a superar 0.2 litros/hora, el beber moderada y frecuentemente lo compensa, si no se supera este valor hay riesgo de deshidratación.
En reposo, el cuerpo tiene una reserva de agua para un máximo de cuatro días, dentro de las prioridades metabólicas, la regulación de la temperatura está antes que la hidratación en su funcionamiento, por ello la pérdida de agua corporal alcanza niveles peligrosos, mientras el cuerpo trata de mantener su temperatura normal.
Para restablecer el equilibrio hídrico se necesitarían dos a tres días de rehidratación complementaria. El ser humano puede beber alrededor de medio litro de agua a la vez, pero ingerir agua no es suficiente para reponer este líquido; la mejor estrategia para alcanzar este equilibrio consiste en incorporar un cuarto de litro en las comidas, adicional al aporte en la sopa, verduras, frutas, jugos; completarlo con un mínimo de un cuarto de litro adicional a intervalos durante el día.
La seguridad de una buena hidratación y nutrición se observa en la orina, que en una persona normal será de color amarillo – heno, si es más oscura indica que hay que beber más agua, mientras que un color más pálido indica que se está bebiendo demasiado, el exceso moderado no es perjudicial. Elegir la bebida apropiada es fundamental, lo mejor es tomar agua pura y fresca, se bebe más si el líquido es ligeramente salado, o ingiriendo bebidas hipotónicas. La cerveza sabrosa mientras más helada, es diurética por el alcohol presente, debe evitarse porque produce pérdidas de agua corporal. Después del ejercicio físico, el ritmo de absorción de agua es mayor en las bebidas dulces, por su contenido en azúcares. Así como beber un vaso de agua ayuda a asimilar con más serenidad los choques emocionales y es de apoyo en el cuidado de la voz en conferencistas, expositores, maestros. Estamos ante un nutriente valioso, pero poco conocido en su importancia y no bien utilizado, el buen manejo del agua para el organismo se evidenciará en una piel tersa y libre de arrugas, en una figura esbelta, en la tonalidad de la piel, la flexibilidad muscular y desde luego en un buen funcionamiento tanto de evacuaciones, como de los de los riñones que generarán menos cálculos, ya que son verdaderos procesadores de los desechos solubles. Sí, hay que beber…. mucha agua, estamos dando así un soporte “técnico” valioso a todas las funciones internas, trabajadoras incansables en el proceso vital; funciones inmanejables desde afuera.
Gitana del Viento
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