¿Ha pensado alguna vez que vivir, es un trajinar permanente por un sendero sin señalización, buscando y descubriendo rutas; tropiezos y escollos que se caminan superando un espacio con cada paso constante y en el transcurrir del tiempo a medida que avanza nuestra edad?
Se deambula con incertidumbre y timidez al principio, por falta de seguridad, juventud y conocimiento, se ignora la capacidad que hay en cada uno, pero paso a paso se sigue caminando y creciendo. Cada recorrido es una experiencia con una lección de vida sin colegio ni profesor.
Conscientes de las experiencias y lecciones de cada trayectoria, se acelera el paso por la ruta que se presenta con amplias avenidas o pausadamente por estrechos chaquiñanes, se gasta si sentir el tiempo y en todo momento se aplica lo aprendido con saberes y dificultades, en el sendero que se nos presenta.
Cuando jóvenes no hay fatiga en las actividades que se hacen, sobra fuerza y energía para continuar, acompañada de curiosidad, interés y emociones. El temor es desconocido, descubriendo variados senderos, rutas y derivaciones, para recorrerlos asimilando y viviendo experiencias novedosas y tentadoras.
Para que este viajar sea fructífero y exitoso: ofrezca alegría, bienestar y dicha, se impone aplicar seriamente cada lección que pausadamente da la vida y utilizarla en todo emprendimiento y en la vida cotidiana de cada uno.
Siempre hay un espacio para cada existencia con un abanico de oportunidades, que con conciencia y sabiduría se debe escoger y poner en práctica, hay incomparables compañeros de viaje y un ideal común por alcanzar o un sueño que cumplir.
Está en el interior de cada persona, partir de la experiencia de vida y la realización objetiva real y emocionante de múltiples acciones, así como el deber de cultivar con afán en el corazón y mente: la certeza y satisfacción de haber aprovechado el hermoso don de la vida que se nos dio.
Gitana del Viento
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