Las personas al recorrer por propio esfuerzo la Naturaleza, más de una vez se detienen a recoger una redondeada piedra gris con puntos negros, tallada por el agua y el contacto con el lecho del río o de las olas con la arena: en los ríos esta piedra redonda es nuestra andesita que toma esta forma a lo largo de su transitar desde los Andes por las aguas, piedras y arena que van limando asperezas y desvaneciendo deformidades, hasta que se detiene con una figura visible de volumen liso. En los espacios poco profundos y no riesgosos sobresalen también a veces a la vista, piedras coloridas y pulidas por su recorrido en el río. Muchas ocasiones al caminar por espacios terrosos bordeados de altos muros de roca, resaltan incrustadas en sus inmensas murallas rocas negras, amarillas, rojas, verdes según el lugar.
Sin ser diamantes, esmeraldas o topacios como los conocemos, estos minerales son bellas piedras semipreciosas como ofrendas silenciosas de la Naturaleza, que duermen en lechos rocosos de tierra y agua circulante con su sencilla presentación en ciertos parajes. Entre las piedras semipreciosas tenemos: Amatista, citrino, cuarzo, ópalo, jade, lapislázuli. Toda gema llamada piedra preciosa es un mineral, vidrio o producto orgánico de origen natural, que al ser cortado o pulido puede ser joya u objeto artístico. Su calidad y valoración depende de la dureza de 1 a 10 (el diamante es el más alto). A pesar de su callada y tímida presentación al ojo humano, las piedras preciosas y semipreciosas se consideran y valoran por su belleza, brillo, transparencia, juego de colores etc. Hay 130 especies minerales semi preciosas, además del ámbar.
Sin embargo, son minerales de configuración interior visual artística y son dueñas de un hilo de comunicación audible entre estas aparentemente silenciosas bellezas pétreas y las personas. En el proceso: luego de ser recogidas, son cortadas, talladas y pulidas como figuras planas varias con transparencias y delineando caprichosos gráficos de luz y color en su superficie. Están delicadamente colgadas en casa a diferentes alturas, desde un soporte circular o lineal, es adorno de hogares y cuartos, con la firme creencia de ahuyentar la mala “vibra”. Al contacto entre ellas hacen ruido, por alguna razón se inicia así la comunicación sonora de cada artístico mineral con el humano, al impulso del viento y cualquier estímulo de movimiento. El suave tintineo de cada una de ellas al rozarse tiene mensajes: los minerales que tienen transparencia nos hablan de la obligación callada y efectiva de la vida honesta. Las que tienen vetas negras o de colores en artísticos dibujos son recorridos de experiencia y guía de retorno al hogar, con tono pausado y largo que invita a descubrir la dicha y calor familiar. Hay sonidos fuertes de petición o exigencia por el cambio de actitud. Siempre participan unidas en el movimiento y tertulia de optimismo, que elimina el silencio de la soledad y aislamiento. Con su presencia y lenguaje, están siempre comunicando confianza a todos en su movilidad.
Hay sonidos durables y profundos, como guía de valoración propia y cuidado personal de vida. En verdad las bellas piedras semipreciosas también se acercan a nosotros, como ocurre con la naturaleza viva de plantas y animales, con enseñanzas de superación y esfuerzo para honrar la maravillosa oportunidad de estar viviendo
Gitana del Viento
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