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Gitana del Viento

LONGEVIDAD


Con la acumulación de años en cada ser humano nace el deseo secreto de alargar cada vida; está en los pensamientos del adulto sobretodo. Más de una ocasión se toma en cuenta detalles de comida, descanso, ejercicios, salud física y mental….tratando de alcanzar la “mayoría de edad de la adultez” en las mejores condiciones, para vivir por mas tiempo. Estas aspiraciones globalizadas en las personas, esporádicamente se cumplen en gente escogida por el tiempo. Hace varios años conocí y aprendí de una persona cercana y muy querida: la ciencia y arte del envejecer pausada y sabiamente. Quien siguió aportando hasta su despedida muy cerca de los 100 años, con mente clara, corazón bondadoso, guiando a todos en lo que estaba pendiente y por hacerse.

Ella nació y creció en contacto directo con la pureza de la Naturaleza, en el campo. Se formó y se entregó a este contacto natural a través de siembras y cosechas de múltiples productos, de los que conocía totalmente: el sitio exacto en que se producirían más, el calendario oportuno con mes preciso y época del año para sembrar, abonarlo y cosechar. Sabía clasificar cada siembra según la cosecha direccionándoles: para consumo, para compartirlos, en la selección de semillas garantizadas y venta de lo obtenido. Como reloj preciso cumplía sola con todas estas actividades, además separaba: porciones para que maduren asoleándose para determinada aplicación. No descansó casi en ningún momento; siempre tenía algo que atender. Despreció siempre la ociosidad y la vagancia que en ella nunca existieron, gustaba la ropa de colores. En tiempos “libres y específicos” ejercía el arte de las “fajinas” bellas obras estéticas del bordado en tela. No sintió nunca: ni el transcurso ni el aumento de su edad porque no había recortes del día para esta banalidad. Se interesó en la lectura actualizada de noticias y personajes conocidos que nos comentaba en cada encuentro. No usaba lentes para leer. Seguía desde la distancia la vida y los estudios de sus nietos apoyándoles siempre con oraciones piadosas, expresadas de viva voz. Fue una cumplida asistente a la Casa de Dios y se vestía de gala para ello; hasta los 90 años caminó con zapatos de taco alto a la Iglesia.

Ante la soledad personal que asumió por no abandonar la casita de sus padres, cultivó un carácter seguro y fuerte frente a cualquier contratiempo, en los que se defendía personal e individualmente. A pesar de las huellas visibles de su edad tenía dinámica para todo y se mantenía erguida en sus limitaciones, cuidando seriamente su existencia ya que amaba la vida. Es un ejemplo real del secreto de la verdadera juventud no visible sino del espíritu y el corazón que dan vida a la vida. Dio la lección de su existir longevo al utilizar “tiempo completo” del espacio de existencia que le fue concedido y fue siempre honrado por Ella.

Al recordarla en su amor a la vida se brinda un apoyo más a su inmortalidad. Sé que está entre nosotros, si utilizamos honestamente el tiempo de vida de forma apropiada y seria.


Gitana del Viento

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