En el transcurso vital de todos y cada uno de nosotros, con el paso del tiempo se han archivado: sentimientos, rutinas, fallas y múltiples emociones, que han respaldado el transcurso de los años de cada uno de nosotros y han ido sumando edad a cada existir.
Se mantienen interiormente en cada uno: memorias de lecciones vitales y conocimientos, cercanía de varias personas que estuvieron con nosotros como actores reales de experiencias compartidas en conjunto. Es inolvidable el recuerdo de los /las primeras amistades en la lejana infancia y desde luego, con la madurez paulatina se fue abriendo un abanico de amigos queridos muy especiales. Con quienes se compartió experiencias y enseñanzas de bellos y variados sucesos; con sorpresas que se compartían libre y confiadamente.
Han transcurrido muchos años y, de todas maneras, se guarda en cada interior a la mayoría de ellos/as en distintos lugares y épocas. Hagamos un análisis de cuánto conocíamos de la vida privada de todos y cada uno de aquellos amigos/as sinceros, sus familias, sus debilidades y fortalezas. Actualmente también estamos rodeados de amigos, parientes con valía y oportuna presencia, pero: ¿Cuánto sabes de tus actuales amigos/as en el auténtico sentido humano de estas personas con sus: alegrías, tristezas, incertidumbre, inseguridad o sufrimiento?
Con los progresos tecnológicos actuales ya no distinguimos ni percibimos en sus miradas: alegría, tristeza, dolor, soledad, frío; porque basta el celular para enterarse, la computadora para informarnos brevemente (si el tiempo nos permite) de ¿cómo están? Ha desaparecido la sensibilidad con que se captaba acercándonos a su dolor interior humano, con sólo mirarnos a los ojos y la alegría de sus triunfos o dar y recibir un abrazo de compresión, felicitación, apoyo solidaridad y respaldo.
Se dice que en el presente todos o la mayoría de las personas estamos “conectados” unidos totalmente; exclusivamente con equipos electrónicos sin conocer o sentir algo de cada interior de nuestros semejantes y familiares por ello. Ya no nos valoramos como seres humanos con sentimientos, emociones, dudas y temores. Se está totalmente acoplado con el movimiento mundial, pero no estamos cerca para darnos el abrazo de apoyo y consuelo ante las múltiples pérdidas actuales de bienes, amigos, conocidos y familiares que hay en el día a día en nuestra propia ciudad, barrio o vecindad. Honestamente: has tratado de conocer la vida real de tu amigo, prójimo, vecino,familiar o compañero de trabajo. ¿Tú Entiendes con certeza a tus familiares y amigos? ¿Se valora sinceramente a tus ilustres familiares, amigos o vecinos? ¿Estamos al tanto de logros, aspiraciones y fracasos de nuestros “conocidos y amigos”?... y ¿sabes o conoces sus sueños y luchas por alcanzarlos? Somos amigos y parientes electrónicos oportunos y cumplidos, pero sin emociones, sentimientos e identificación, pero con “fibra óptica”. Cultivemos realmente el aprecio y valoración de los seres cercanos a nuestra existencia y desde luego: a nuestros familiares férreamente unidos por sangre y cariño. Todos estamos sedientos de sentimientos cálidos, fraternos, verdaderos, en los múltiples caminos que todavía nos regala la Vida.
Gitana del Viento
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