Cada existencia humana se desenvuelve al ritmo que la manejamos en el día a día, usualmente el presente se va desarrollando rápido, en apretada relación con el tiempo disponible, ya que todo se anhela que sea instantáneo.
Hay acelerada prisa en cada acción que se tiene en el trabajo, los estudios, la familia, obligaciones autoimpuestas, en el ámbito que se vive o nos encontramos, con el afán de comenzar y terminar “pronto” de forma urgente y el mismo día.
Esta actitud humana se integra a cada existencia que descuida detalles armoniosos, pausados y afectuosos, personalmente y en el colectivo humano. Toda acción es actualmente Urgente y Oportuna, distorsionando la sensación de vitalidad, afecto, comprensión y salud emocional, sobre todo.
Se impone en cada persona valorar el recorrido vital conscientemente, dosificando un control de la celeridad que se imprime cotidiana y desesperadamente. Se está malgastando el atributo de belleza y sabiduría del vivir.
Para no naufragar en este actualizado trajinar cotidiano, conviene desglosar analíticamente el tipo de vida que se está llevando, si se percibe o valora auténtica y sentimentalmente la estructura de cada existencia, procurando identificar el significado verdadero de cada actividad, en relación directa con la calidad de vida que sentimos. Hay que dejar de acelerar todo lo que hay que cumplir, alcanzar o lograr para sentir que se tiene una limitada vida tranquila, cariñosa y amable para uno mismo y los demás.
El Vivir tendrá mayor significado y alegría si se aprende a comprender, soportar y razonar las prioridades vitales y emocionales de cada uno en toda situación que se presenta.
La actitud que transmite resiliencia en las personas ante tropiezos, dificultades, inseguridades o adversidades se llama PACIENCIA. Valor humano noble e interesante, manejable y aplicable en todo momento y lugar, ya que brinda: amabilidad, cordura, comprensión, análisis y satisfacción de vida. Proporciona lógica y razonamiento en todas y cada una de nuestras acciones; abriendo un espacio de vida plena para sí mismo, la familia y la comunidad.
Se descartan con este valor paciente y automáticamente la inquietud, desasosiego de esperar resultados inmediatos, que anulan la posibilidad de considerar la realidad auténtica para alcanzar el éxito; dando comprensión y valoración positiva al tiempo.
Recuerda: las múltiples y rápidas acciones dan ansiedad, inseguridad, prisa y mal humor, porque difícilmente se termina bien, lo que se comenzó fallando en el cumplimiento correcto y oportuno de lo iniciado.
La PACIENCIA es valor humano que se siembra en el hogar con el ejemplo y forma personas íntegras, felices en todas sus actividades. A la vez se adquiere responsabilidad real de todas y cada una de las labores cotidianas.
Gitana del Viento
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