En un tiempo del ayer muy lejano, el Universo se llenó de muchos pedazos de inquietos objetos que, sin detenerse se movían en el espacio, con agilidad felina, fuerza poderosa y con múltiples tamaños y colores. Era la omnipresente MATERIA dispersa y contenida en todo lo que somos y lo que nos rodea.
En incesante movilidad estos trozos empezaron a unirse con fuerza entre sí, en variados grupos acordes con sus movimientos de subida, bajada e inevitables choques, generando formas y múltiples presentaciones: hicieron visible a la materia, que es esencia de todo lo que existe y nos rodea: arena, madera, metales, aire, agua, plantas y animales.
Un indefinido pedazo de ella atraída por la gravedad cayó al suelo del planeta, el calor canicular era insoportable e hizo un movimiento que lo acercó a un cacto que clavó sus espinas en ella. El calor agobiaba, los espinos dolían y al tratar de moverse se quemaba en el piso sin poder retirarse, surgió así la materia indestructible, a veces moldeable, con diferentes formas, liviana o pesada, ocupando siempre un lugar en el espacio.
Estaba cansada de la inmovilidad sin rumbo y descubrió el secreto del descanso, con la falta de acción de sus componentes, estrenó la rigidez de sus partículas que le dieron forma y volumen constantes, así nació el estado sólido de la materia. Con características de dureza y forma definida: se repartieron en la tierra como piedras, cristales, arena, polvo, con variaciones en vegetales y animales. Manteniendo sólidamente su forma y volumen invariables.
La materia sólida se adaptó al planeta, pero deseaba moverse, poder cambiar de lugar, forma y tamaño. Hubo una tormenta de arena en ese tiempo, golpeando con fuerza al estado sólido incapaz de moverse, requería un cambio para mantener o retirarse del azote y esperó una ayuda generosa. Las nubes dialogaron con los truenos y enviaron un rayo que apoyó al sólido abandonado, que entre quejas, tristeza y llanto fundió su materia en móviles gotas líquidas que se deslizaron al suelo, dando así la agilidad pedida y ser transformado en estado líquido, con movimiento, deslizamiento y recorridos propios, sin cambiar su volumen puede esparcirse y adoptar su forma según el recipiente que lo recibe. Así surgió el estado líquido de la materia.
La materia se adaptó al mundo, estaba perfeccionándose como sólido y líquido. Deseó agradecer sus cambios y anhelaba dar gracias al sol siempre brillante, pero debía ser liviana para acercarse a él. El astro rey envió generosamente el calor de rayos cálidos hacia el reposado estado líquido, dándole movimiento y capacidad de ascender livianamente hacia el cielo en forma gaseosa, así nació el ágil en inquieto estado gaseoso sin forma definida ni volumen permanente (le afecta la temperatura y presión) fácilmente rodeó al planeta como aire gaseoso apto para mantener la Vida.
Por ello la materia está en nuestro mundo como sólido, líquido y gaseoso, que provocó profundos estudios en los seres humanos investigadores.
Gitana del Viento
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