LA AGONÍA DEL GUABO
- Gitana del Viento
- 11 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 nov 2020

Junto al maizal, al borde de una quebrada no muy profunda, el musical sonido de un riachuelo límpido y transparente circulaba sin descanso. Su agua en ese tiempo, era útil para la subsistencia de los habitantes de los dos márgenes de ella, cubiertos de vegetación verde y brillante adornando la quebrada. Los costados del riachuelo de paredes con gradientes de tierra, se embellecieron con la hierba que crece espontáneamente. En un espacio de la ladera nació y se desarrolló, un arbolito de guabas, que con fuertes raíces se aferró por la mitad de ella y formó al crecer un hermoso árbol, con una alta copa de múltiples y vigorosas ramas.
En tiempo apropiado se saturaba de flores blanquecinas que hacían frutos deliciosos: las guabas pequeñas muy dulces, provocaron la desafiante aventura para jóvenes y niños de poder subir a las alturas del árbol, a recoger el precioso y apetecido tesoro de sus frutos. Los años pasaron con el tiempo y el “árbol de la quebrada” acumuló sensaciones en una enorme envergadura, en su amplio y fuerte tronco con muchísimas ramas y hojas, cada una de ellas tenía su secreta historia de vida: con formas variadas, giros caprichosos y acumulación de penas grabadas en sus nudos leñosos.
Era un gigante imponente y bello, alegraba la vista en días soleados en el azul del cielo, con filigranas artísticas de sus múltiples ramas entrecruzadas entre sí. Por el descuido a la naturaleza el clima cambió y el riachuelo se ensanchó corriendo ruidosamente, con caudal de agua ennegrecida llevando basura, pedazos de madera y desperdicios. El río se rebeló ante la irresponsabilidad e irrespeto humano. Con el poder de la naturaleza, creció y se desbordó, arrasó con lo que estaba a su paso, castigó con severidad la negligencia de los habitantes de sus orillas, causando mucho daño.
El guabo, fuerte, grande y firme, se mantuvo erguido a pesar del embate del agua, estaba seguro y ofrecía ya las florecillas que anunciaban los próximos frutos. Pero su ladera estaba muy humedecida y resbaladiza, era inminente su caída. El árbol grande se desplomaría en la quebrada y sobre las casas alrededor de él, era un peligro real para terrenos y personas.
Con el corazón oprimido y angustiado de tristeza, se decidió sacrificarlo….tantos años de su historia silenciosa y dulce modelando arte en tronco y ramas del árbol; muchos jóvenes y niños subieron con esfuerzo a coger guabas; múltiples avecillas hicieron sus nidos bajo su protección…. con sentimientos de honda pena, un ser vivo y bello iba a desaparecer. Con profundo dolor, se ejecutó la sentencia.
Y se inicia la agonía del bellísimo gigante. Se estremeció al sentir los cortes en principio en lo más frágil: cercenando sus dedos de ramas pequeñas, alcanzando con fuerza los vigorosos brazos; que tejieron la trayectoria secreta de su vida, en una obra de arte en diseños de variados recorridos y sufrimientos materializados claramente en prominentes torceduras. El guabo ofreció belleza y sabor a la vida del campo, su imagen hermosa y soberbia como dueño de su espacio. Sé que era feliz ahí, frondoso y colorido en su presencia, pero cruelmente el río contaminado hizo variar su historia.
Las hojas temblaron y como invisibles lágrimas cayeron al suelo, las ramas se juntaron formando un montón para aferrarse entre ellas. El tronco se desangró con la sierra eléctrica y con un último grito ronco y crujido de ausencia, se despidió del cielo, del aire y del mundo. Únicamente quedó un espacio vacío solitario, silencioso y plano. Se que sus raíces calladamente y solas, se hundieron con dolor en la oscura profundidad de la tierra silente, aferrándose en vano al área que las mantuvo vivas hasta ese día.
Gitana del Viento
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