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Gitana del Viento

HERENCIA


Junto con el nacimiento cada ser humano recibe un capital no cuantificado por lo valioso y significativo que es, no hay necesidad de bancos, financieras, ni administradores económicos. Se encuentra acumulado en lo más profundo de cada persona confiando y esperando ser empleado sabiamente en el tiempo por venir; sencilla y calladamente está en cada responsabilidad desde siempre, adjudicado al tiempo de vida personal. Es el saludo y bienvenida de la Vida para la humanidad.


Al iniciar el recorrido que ofrece la existencia, comienza el gasto de este preciado capital en la primera infancia con los juegos infantiles, creando identificación y conocimientos materiales y emocionales guiado por padres, hermanos, parientes. En las etapas de crecimiento y maduración tomando lecciones con profesores o tutores invirtiendo personalmente atención e interés en el aprendizaje y superación básica de cada uno procurando buenos resultados de formación humana básica, conciencia y aprecio a la vida.


Es obligatorio como dueño y guía del camino vivido, valorar cómo se está utilizando el capital y desde luego cuánto está gastando de la cuenta original de la Herencia.


Lo increíble es que al envejecer en años y ser consciente de cada existencia, el gasto continúa y se sigue sin valorar ignorando la calidad del consumo que disminuye el capital entregado en minutos, horas, días, años que se consumen pausadamente desde el ingreso al mundo.


Se hacen trayectorias emocionantes, novedosas, arriesgadas; alegres o tristes según cada carácter despreocupadamente se sigue avanzando en edad y gastando tiempo. Con algo de responsabilidad y conciencia se hace esfuerzos de superación, la inversión del capital toma sentido: se continúa aprendiendo, superando metas, descubriendo caminos; haciendo un empleo “rentable” de cada capital, porque se gana experiencia, conocimiento, superación, maduración emocional, intelectual y sentimental.


Lo lógico e inteligente para cada uno es dar valor al paso del tiempo y su empleo; lo sabio de la madurez es distribuir consciente y ordenadamente la disposición, reparto de aprendizajes y aplicaciones. Utilizar todas y cada una de las actividades que apoyan la existencia digna y fructífera de manera que el fondo de la herencia recibida rinda y proporcione satisfacciones y alegrías que bajan los intereses de cobro.


La herencia tiene capital limitado que se agota simultáneamente con la vida y se consume en forma irreversible, sin posibilidad de recuperación o “salvataje” bancario.

Tomemos en cuenta seriamente: ¿Cómo estamos administrando nuestro tiempo? Es instante de reflexión el segundo que transcurre no vuelve jamás y el capital que se heredó se agota.


Gitana del Viento

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