Con frecuencia en el andar vivencial se van aquilatando además de la edad en el tiempo: varias personas, los amigos baluartes indudables de la trayectoria vital humana, sorpresas y esperanzas. La vida es una gran ruta incierta para todos por las múltiples desviaciones que se caminan mientras se vive. En cada una de ellas, siempre hay el milagro de un buen amigo como destello luminoso de respaldo, esperanza y futuro.
En las tribulaciones tropiezos y experiencias diarias, es sabio mantener con confianza y afecto a este amigo, que ofrece permanentemente: el refugio cálido y oportuno para nuestras tribulaciones, dolores, confidencias e ilusiones. Constituye en sí mismos la materialización concreta de la Esperanza.
La Esperanza intangible, nunca abandona a las personas y se mantiene silente en el interior humano, si alguien ha perdido seguridad y confianza es porque le falta fortaleza para superar el tropiezo, apoyándose en la fe e invisibilidad de esta ilusión (esperanza) que nos pertenece va a lograr novedades y cambios. Es un poder inmenso que destroza obstáculos, reanima el alma y alcanza metas soñadas.
En las inconmensurables novedades y desafíos del recorrido vital, en las amarguras y tribulaciones cotidianas, sorpresivas o permanentes; es cuando se busca el mágico refugio de la Esperanza, confiando en que pronto y con certeza se vencerá a la tormenta que agobia, disipando la negra nubosidad, descubriendo la esplendorosa luz de nuevos y mejores días, dignos de vivirse.
La Esperanza es la más brillante estrella de la noche de inquietud y desazón, que ilumina el ocaso de las factibles ayudas y respaldos, con las que se van diseñando rutas de posibilidades, alcances, logros y objetivos, acompasados con el cadencioso palpitar de cada corazón y el destello mágico e imaginativo del pensamiento humano.
Increíblemente esta fortaleza de Esperanza Personal yace calladamente en el corazón de todos y cada uno de nosotros; pero se hace perceptible y oportuna en el esfuerzo de superación y confianza que va acrecentándose con el transcurso del tiempo individual, mientras se incrementan desafíos, anhelos y metas. Siempre existe el momento oportuno para acudir a la Esperanza; ya que es renovación existencial, es deber individual materializarla y conservarla con libertad y con frecuencia, es certeza estimulante en todo instante, sobre todo cuando aparezcan: dificultades, dudas, inseguridades y/o peligros.
La Esperanza es el mágico manto de suavidad, confianza y certeza del desarrollo personal forjado con buena voluntad, energía, veracidad, preparación y libertad, es la autoconfiguración de una vida límpida tranquila, dichosa y esperanzadora.
Gitana del Viento
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