Es conmovedor comprender que nuestra Tierra, está completamente sumergida en un hermoso mar de aire. Aire, espacio inmenso de múltiples colores, que varían en el transcurso del día, transmitiendo esperanza y valor.
Es el Océano de gas que da y mantiene la vida que existe; límpido manto gris o celeste, lecho de nubes de diferentes formas y texturas como los tropiezos de la vida. Profundamente oscuro y misterioso, con adorno de estrellas y luces en las noches. Gracias a este inmenso mar de gas, nos nutrimos con el vivificante aire que respiramos. Es un espacio mágico en el que flotan seres alados de diferentes formas y tamaños, manejando vuelos en muchos recorridos como cada existencia. Comprendí lo sublime del vuelo, cuando observe la trayectoria del vuelo del cóndor. Era un gran cóndor adulto imponente alto y de cuello blanco, caminaba de un lado a otro, en un amplio espacio de malla de alambre su “nido” y hogar, pues era domesticado y cuidado por humanos.
Se nos convocó a observar “el vuelo del cóndor”, nos reunimos en un hemiciclo con graderíos de piedra junto a una profunda quebrada. El día era soleado, con cielo azul con escasas nubes. Al abrir su jaula, el sentir de la libertad le hizo caminar erguido hacia fuera donde su cuidador. El que con la experiencia adquirida le motivó a volar, el ave se movió rápidamente hacia una de las rocas, al filo de la quebrada. Girando su cabeza miró el entorno alrededor suyo, contemplando con deleite su amplitud como oferta de futuro. Suavemente desplegó sus inmensas alas como un grande y artístico abanico y las sacudió varias veces, aventando el aire o quizá midiendo su resistencia.
Su cabeza coronada por alta cresta ubicó las alturas, quizá le enamoró una nube de movimiento pausado o cumplía una aspiración. Con vigor se elevó cual mágica cometa a las alturas, ascendía con rapidez y desde ahí miraba todo con superioridad. Sus movimientos de planeación, transmitían arte y grandeza, su mirada buscaba las lejanías con sus sueños de libertad. Después de dar vueltas observándonos a todos los curiosos, había en su mirada: superioridad y compasión por las limitaciones humanas, ante el infinito.
Luego exhibiendo poderío, emprendió un vuelo dinámico con artísticos aleteos buscando lo amplio y desconocido, porque se perdió en la lejanía. Sus cuidadores nos dijeron que suele volar a sitios desconocidos y a veces, se demoran días en sus recorridos. Siempre retorna al sitio que conoce y le ampara. Como hacen los humanos agradecidos al hogar de sus padres.
Y en verdad tiempo después, desde la inimaginable distancia recorrida volando veloz y majestuosamente, volvió a su refugio. Había degustado el sabor de la libertad demostrando con orgullo, las limitaciones de quienes solo caminamos en la tierra.
Gitana Del Viento
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