El Viento, incansable mensajero natural transmite en su propio lenguaje verdades y guías para los seres vivos: en la brisa que manifiesta paz y alegría con delicadeza y afecto. En el rápido y ágil viento que levanta del suelo hojas y tierra sacudiendo e inclinado además la cabellera de los árboles en una advertencia clara de necesidad de actividad y acción. El huracán tenebroso y fuerte con el que reprende a todos por su indiferencia, inacción e irresponsabilidad. El viento incansable caminante busca paz y solaz en espacios tranquilos, amplios y callados en donde descansa y dialoga con la Naturaleza pura: los páramos.
Hay un espacio especial en nuestra Patria: amplio hermoso donde el viento se pasea con frecuencia: los páramos que son elevaciones terrestres sitios altos en terrenos montañosos con variedad vegetal distinta a la conocida por todos, si están a una altura inferior a 2700 msnm. Los páramos según su flora son diferentes según la altura que se localiza entre 2700 y 4700msnm seco, de 4200 a 4700 msnm herbáceo, de 3400 a 4000 msnm de frailejones, de 3500 a 3700 msnm. (msnm = metros sobre el nivel del mar). Son lugares hermosos de paz y amplitud y libertad, bellos en la altura que hace crecer el espíritu humano, así como por el frío que enfrenta al temor y dudas de los desafíos de la vida. La vegetación del páramo con amplitud y belleza natural es sabia adaptación a las variaciones del clima en la altura como en temperatura. Es un inmenso espacio que permite recorridos y encuentros con la armonía y perfección de la Naturaleza impoluta.
Este paisaje de ensoñación es el principal protagonista del viento con movilidad permanente, da significado y vitalidad a la belleza: viajero activo con rutas indefinidas y presencia palpable. Conoce todos los páramos y se delita con ellos. Saluda, acaricia o educa a la variada cobertura vegetal que tienen. Constantemente el viento toma un respiro saludable entre los extensos pajonales con paso tranquilo y delicado, a veces con resoplidos fuertes dando movilidad a las gramíneas. Cuando desciende a 2700msnm en fría brisa cuida la fragilidad herbácea, especialmente al bambú enano. Si sube sobre los 3000msnm brinda a los tímidos arbustos soplos de fortaleza vital. Los busca y encuentra cuando se esconden en peñas y pendientes rosetas y almohadillas con afán de cuidado y protección para el paisaje. Su atractivo particular los pajonales de 3400 a 4000msnm por la coloración y luminosidad de las bromelias, no deja de recostarse en la suavidad peluda de hojas de frailejones cuando alcanza de 35000 a 3700 msnm.
Tal vez algo cansado se acerca cariñosamente a los páramos pantanosos con plantas adaptadas a la humedad: musgos, aretillos, helechos y sobre todo la chuquiragua con el seductor color naranja encendido de sus artísticas flores que el inquieto viento considera los dulces labios del cotidiano beso de despedida.
Es una separación temporal porque el viento viajero no descansa, es feliz en las alturas como es la aspiración humana, el frío obliga su movilidad eterna. Estoy convencida que el ágil viento siempre dialoga con la vegetación, porque en sus viajes se acerca al oído de líquenes, flores o pajonales dejando la lección de constancia, esfuerzo y paciencia para conservar la esencia del arte visible de la Naturaleza.
Gitana del Viento
Comments