Vivir: es caminar cuidadosamente por las rutas múltiples y variables de cada existencia, se está capacitado para asumir actitudes y acciones que crean con cada espacio vital, un avanzar permanente al compás del tiempo y hacen de este maravilloso don una rutina: con un monótono recorrido diurno y nocturno, sujeto al repetitivo trajín que van creando una práctica aburrida, que se enmarca pausada y pesadamente en cada día. Este accionar constante y rutinario, nos encierra en un limitado espacio que impide la apreciación y valoración real de los eventos cotidianos; sembrando indiferencia, ejecución mecánica de pensamientos y acciones, cultivando tedio, indiferencia y monotonía en el día a día.
Si se aprecia con gratitud cada nuevo día como una hoja en blanco que debe ser escrita por cada uno, el panorama varía a través de las diarias labores y participaciones personales bien realizadas; aptas para recordar y para que sean impresas en las hojas diarias del camino vital; valorando honestamente que hay un Yo único y trascendente, que descubre para sí mismo lo que es justo y necesario: organizar este espacio de vida para hacerlo especial, inolvidable y sobre todo: que deje huellas útiles.
Desde luego: la responsabilidad de llenar por escrito la hoja en blanco, que nos ofrece cada día inspira dudas y temores. Con vacilación, inseguridad e infinitas dudas acerca de la aptitud personal para hacer lo correcto y oportuno, se torna en la incertidumbre e inseguridad de asumir la autoría del libro impreso diariamente de cada existencia, que desde luego es y será siempre especial e inolvidable.
El escribir en una hoja en blanco con responsabilidad de autor: inspira temores, vacilaciones y falta de certeza o seguridad, porque toca pensar en hacer lo correcto, oportunamente y de la mejor manera en el contenido de cada hoja. Hay dudas porque se está desestimando o desconociendo la amplia dotación de capacidades humanas: sentimientos altruistas inteligencia lúcida y voluntad cierta, que se posee como dotación individualmente al nacer; desaprovechando con la rutina, la oportunidad abierta de estas facultades individuales de cada uno, con la novedad y fortaleza de aceptar el desafío existencial, de vivir satisfactoriamente en el día a día.
Luego del descanso nocturno, todos nuestros sentidos aprecian fácilmente: sonidos, luz, color y belleza del nuevo día (nuestra hoja en blanco). Todo este saludo matutino motiva desde las primeras horas mañaneras para tomar el desafío del día: con amor, certeza, respeto y confianza porque así escribiremos la obra trascedente de este día. Sencillamente descubriendo tareas, necesidades y obligaciones; aplicando la capacidad innata de resolver y superar los desafíos. Al dar el merecido valor del día a día que es el regalo de 24 horas de tiempo a nuestra disposición. En cada nuevo amanecer, hay que decidir en la temprana alborada aceptar el hermoso desafío de vida útil como seres particulares y autónomos, con optimismo y certeza recibir el hermoso día como espacio apropiado, para escribir una página personal adicional, al gran libro de nuestra Vida.
Gitana del Viento
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