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Gitana del Viento

COMPROMISO CUMPLIDO


Al mirar la infinidad del firmamento adornado bella en imponentemente con la grandeza y brillo de pureza en los nevados, se siente en cada interior el anhelo de ascender hasta su blancura para sentir el logro de una meta y el estímulo positivo del esfuerzo y constancia. Obligatoriamente para tratar de alcanzar la cumbre, se debe caminar sobre tierra y arenales formados inicialmente por colisión y fusión de pequeños fragmentos rocosos, que permiten caminar con avances y retrocesos, en medio de vientos helados y fuertes. Pero al mirar de cerca la perfección nívea de la precipitación de pequeños cristales de hielo conformando los delicados copos de nieve, como inmenso manto montañero delineando artísticamente su imponente figura, uno se encoge y calla. Su blancura luminosa decorada por sombras y claridades solares de acuerdo con el terreno o poder escuchar un quejido por rozamiento de los glaciares (90% de agua dulce, que mantienen el equilibrio del clima) originado por acumulación de nieve que no se evapora ni funde.

Acercarse a la belleza nevada convoca a un encuentro emocional e indescriptible que atrapa suavemente a quien ama el montañismo. Silenciosamente: seduce y conquista el corazón de las personas creando ensoñaciones y anhelos en el alma.

Hace muchos años presencié la magia de las nieves perpetuas y el nacimiento de sentimientos diferentes, que cambiaron la vida de una joven delicada, delgada y soñadora que se enamoró de uno de los hermanos Ilinizas (Norte y Sur).

Su contacto con los nevados, fueron pausados y medidos ya que cada ascenso fue conquistando su mente: pensaba y escribía la sensación del acercamiento solitario y frío a su grandeza. La joven manifestó en su carácter el cambio y apreciación de lo material a lo intangible, cuando se sentía viva en sus alturas y fue captando el amoroso calor de afecto y compañía entre las nieves. Callada y sinceramente sus vivencias crearon fuertes lazos de interdependencia emotiva y aceptó feliz el compromiso que emergió de la nevada pureza. Una mañana de un enero ya muy lejano, madrugó antes que el sol saliera, con alegría se vistió con la gala de botas fuertes pantalones abrigados y colocó como azahares en su cabello, un gorro abrigado en su cabeza.

Se despidió alegre e ilusionadamente, hacia el ascenso al lliniza Norte, pausada, tranquilamente recorrió la rojiza tierra, superando rocas grandes y pequeñas con pasos vacilantes y corazón agitado. Miraba emocionada las alturas con la ilusión de descubrir las pinceladas blancas de la nieve en los más elevado de su amado. El tiempo no se detuvo alcanzó la cumbre, temblaba de emoción y se separó del grupo montañista hacia el altar del compromiso. El nevado la recibió engalanado de un blanquísimo destello. La joven se acercó al espacio más amplio de la cumbre y flameó feliz nuestro estandarte.

En amoroso silencio la montaña cumplió cariñoso el compromiso y demostrando su posesión amada: desprendió voluntariamente roca y nieve impulsando al vacío en unión eterna: rocas nieve y novia. Se cumplió así un compromiso de amor cultivado, disfrutado y profundamente deseado, largamente esperado por una soñadora joven que se fundió en la nieve.


Gitana del Viento

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